Desde que surgió la primera variante del COVID-19, en conjunto con el “virus económico de la inflación,” se han visto tiempos turbulentos para las economías de todos los continentes: América, Europa, Asia, África, y Oceanía encabezan la lista. Cada uno de los mencionaron dataron una tendencia alcista que se manifestó sobre todo en los precios del consumidor. Dicha situación coloca en peligro a los Bancos Centrales y el resto de los organismos económicos a nivel internacional, quienes son los responsables de hacer frente a la inflación.
Según los analistas, el comportamiento del IPC se explica debido a una cadena logística sin orden y a la inminente escasez de productos esenciales. (Entre ellos debemos destacar los semiconductores). Esto aconteció como resultado de la explosión de la demanda después de la pandemia por el COVID-19. Sin embargo, se ven otras áreas implicadas, como el precio de la materia prima, que también juega un rol importante en la inflación. Y más cuando hablamos del acero, el cobre, y la madera, aparte del mercado de la energía. Como la electricidad, el gas, o la gasolina.
A pesar de que en 2021 no se esperaba un cambio extremo en lo que respecta al COVID-19 y sus variantes, la inflación fue el factor sorpresa, de acuerdo con lo que indican los economistas expertos del banco Goldman Sachs. El aumento de los preciso golpeó cada continente, pero se notó con mayor firmeza en Latinoamérica y África, siendo los países latinos más afectados. Por supuesto, ambos continentes tienen los niveles de inflación más elevados. La Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) señaló que la inflación en esta región fue de 7.2% en el Caribe; mientras que se dató un 7.6% en toda América del Sur. En ambos casos se excluyeron los siguientes países: Argentina, Venezuela, Haití, y Surinam.